En un evento desgarrador en la playa de Cheynes, cerca de Albany, en Australia Occidental, más de 50 ballenas piloto han muerto tras un varamiento masivo. El incidente, que comenzó el pasado martes, ha movilizado a cientos de voluntarios y expertos en vida silvestre, quienes trabajan contrarreloj para salvar a los ejemplares aún con vida.
Las autoridades han establecido un campamento nocturno para monitorear y asistir a las ballenas restantes, intentando devolverlas al mar en condiciones seguras. La respuesta ha sido abrumadora, con numerosas ofertas de ayuda por parte del público, aunque se ha pedido a la gente que evite acercarse a la playa por razones de seguridad, dado el riesgo de que los animales atraigan tiburones a la zona.
La ciencia busca respuestas sobre este fenómeno recurrente y misterioso. En la Universidad de Curtin en Perth, especialistas están utilizando tecnología de escaneo CT para examinar las estructuras internas de los oídos de las ballenas fallecidas, en busca de posibles daños que podrían explicar el desorientador comportamiento que llevó al varamiento. Aunque las causas exactas de estos sucesos siguen siendo un enigma, este tipo de estudios es crucial para entender mejor y quizás prevenir futuras tragedias.
Este trágico suceso no solo subraya la vulnerabilidad de estas criaturas majestuosas sino también la solidaridad y el espíritu de conservación del público y los especialistas que se han volcado en tratar de mitigar esta catástrofe ambiental.
